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jueves, 18 de abril de 2013

conos de palomitas


El olor del heno

Los olores, ese mágico mundo de recuerdos insospechados, donde soy capaz de recordar y vivir emociones,siempre que cierro los ojos,para atrapar los aromas de mi vida, temo abrirlos por temor a que se escapen.
El olor de mi abuela , la ropa de su baúl, en cada cajón, entre su ropa tenía una pastilla de jabón Heno de Pravia... Olía a limpio, a heno recién cortado. La mezcla del perfume, fundido con el olor de su piel, oler a ese jabón... es como tenerla a ella a mi lado. Cuando era niña, sus besos, sus manos, olían a ese jabón.
 Hace poco me enteré de la historia del mismo: Salvador Echandia, fue el fundador de perfumerías Gal. Realizando un viaje por Asturias y al pasar por la villa de Pravía quedó sorprendido del aroma que desprendía el heno recién cortado. A partir de ese momento se obsesionó con crear un perfume con aquel olor y en 1905 sacó a la venta un jabón con el aroma del heno y le puso Pravía en recuerdo de la localidad. El jabón se presentaba en forma de una pastilla verde, como el heno verde y envuelto en papel amarillo como el heno seco. Ese día supe porqué me gustaba tanto su olor. Ese hombre lo había conseguido: despertar mis recuerdos con el jabón de mi abuela, al heno... a las noches acostadas en la puerta del cortijillo, con el trigo en la era.
Días después de que muriera el abuelo tuvimos que ir a casa a recoger sus cosas. La casa se cerraba para siempre, porque la abuela definitivamente se quedaba a vivir con sus hijas. Fuimos mi tía María y yo para hacerle las maletas. Al abrir el baúl de la abuela descubrimos que era más sensible de lo que parecía. Allí estaban todos sus recuerdos, fotografías, regalos que le habíamos hecho siendo niños, dibujos nuestros, cartas que le escribimos cuando éramos niños, que a pesar de no saber leer guardaba como si fueran un tesoro; también estaban sus pañuelos con ese olor a jabón suyo, tan entrañable.
Allí sentadas en el suelo mi tía y yo, lloramos muchísimo, la abuela a partir de ese momento estaría de casa en casa. sus cosas eran muchas y era difícil para nosotras elegir lo que debería llevarse.
Que difícil para ella tuvo que ser dejar su casa porque tu compañero de toda la vida ya no estaba y no podía valerse por si misma.
Creo que aquel día descubrí tantas cosas de mi abuela... cada objeto estaba guardado con tanto cariño que se notaba que éramos su vida, desde aquel momento me prometí, que cada día que viviera yo le daría todo mi cariño, que intentaría no discutir con ella, escucharla más e intentar que se sintiera más feliz. Así creo que lo hice hasta que murió.
A veces me costaba tener paciencia con ella, pero siempre recordaba que nos quería a su manera. Ella tenía tanto miedo a la muerte que no quería quedarse sola y sus llamadas de atención eran porque en realidad no concebía su vida sin nosotros.

 


 Estas flores eran las que más le gustaban a mi abuela ,sobre todo por su olor. hoy dia mi madre las sigue plantando en su jardin.